La vuelta del montonero
Jorge Cafrune
Güenas noches. Pedro Argüello,
un escapao… no sé cómo
qu’estando cuasi de lomo
no lo han pasao a degüello;
de un galope sin resuello
me trujo mi doradillo,
soy soldao de mi caudillo
y a fe de güén entrerriano,
pa’ los amigos la mano,
pa’ los otros... el cuchillo.
Si hay gente de otro partido
artiguistas o porteños
que quieran hacerse dueños
d’este suelo en qu’he nacido,
Como de encargo he venido
pa’ que dentren a servirse:
campo tendrán pa’ lucirse
ande empiece la junción
y si tienen corazón
no se irán sin divertirse.
Si he cáido al ruedo, cavilo,
no será pa’ que me asusten,
he traído pa’ los que gusten
ricién asentao el filo.
Una luz de rejucilo
me alumbra el paso apurao
y aunque ando juído y cortao
y desconozco la cancha,
el que quiera hacer pat’ ancha
que se ponga pa’ un costao.
No crean que los provoca
un zafao de nacimiento,
ande más peligro siento
menos me gasto de boca.
Naide sabe a quién le toca
si hay “quintada” ser el quinto,
soy pintor y cuando pinto,
pinto flor en pinta brava:
¡El que me pise la taba
tendrá que tantearse el cinto!
Dejuro no es de Entre Ríos
el que suponga que abuso,
Dios o Mandiga me puso
como un tapial pa’ los míos.
Ranchos y campos vacíos
han sublevao mi dolor,
ande encuentre un invasor
ahí comienza mi venganza:
con uno que háiga me alcanza,
pero sin son más... mejor.
Ansí soy y pa’ esto llego,
si rodiao y presidiario
me le hice humo al adversario
como una rama en el “juego”.
Que se confíen les ruego
en mi ley de rumbiador,
juro qu’en el caso pior
lanza en mano y Dios mediante,
el que no salga triunfante
podrá morir con honor.
No han de blanquearme las canas
sin que a esos contrarios vea,
cuando el jefe los arrea
aomo a güeyes, con picanas.
Ya me güelve gusto a ganas
de otro Cepeda, cualquiera;
pa’ que sientan, lo quisiera
and’entren a dispersarse,
la vergüenza de Balcarce
juyendo en la polvadera.
Sepan que ha llegado el caso
de juntarnos pa’ ese encuentro
ahura el contrario est’adentro
y habrá que sacarlo a lazo:
Pa’ eso pide nuestro brazo
la tierra que nos acuna.
Entre Ríos no hay más que una
y aunqu’ella no es la nación
mientras no haiga leal unión
ella es la patria, o denguna.
Firme el Suremo Entrerriano
ya se’ajustao las lloronas
y le ha puesto las caronas
a su overo porcelano.
Un malambo mano a mano
V’a brindarle a Mascarilla,
después que no háiga cuchilla
ande quede un mal venido,
pa’ festejar los convido
ese triunfo, en la otra orilla.
Se le’acabao la paciencia
al que con tropa a caballo
llegó a la Plaza de Mayo
vencedor, pero a conciencia.
Su generosa prudencia
rispetó pueblo y cuarteles
y pa’ ejemplo de sus fieles
noble, honrao y justiciero
pensó en la patria, primero,
que en agravios y laureles.
Ni el pan qu’entonces comimos
jué a cuenta de la victoria;
pagamos con sangre… y gloria,
el gasto que les hicimos.
La libertá que les dimos
sirvió pa’ que al día siguiente
proclamando falsamente
sus embrollos de escribanos
nos palmiaran como hermanos
pa’ engañarnos nuevamente.
Esta es la esperencia triste
que dende Pilar sacamnos,
por eso al servicio estamos
del hombre que los resiste.
Pa’ vestirse ella, desviste
Güenos Saire a los dimás,
su gobierno lenguaraz
nada ofrece y tuito pide
y al pobre que se descuide
le hund’el fierro por atrás.
Y es puro humillarse al cuete
dir sacándose el sombrero,
será una mano de acero
la que le baje el copete.
Tenaza que cuando apriete
no le afloje ni con rezo,
guerra que l’entre hasta el güeso
pa’ que sepa de una vez
que ha risuelto hacerse juez
cansao de abusos, el preso.
Si llega a salirnos güena
la torta que el jefe amasa
dispues de limpiar la casa
vamos a barrer l’ajena.
Esto lo digo con pena
pero en familia nutrida
juerza es pa’ tenerla unida
que alguien maneje el cencerro,
y reparta a cara ‘e perro
deber, trabajo y comida.
No saben mis pocas luces
si dejaremos en esta
de andar con la pal’a acuesta
sembrando el suelo de cruces.
Semos medios avestruces
los gauchos, pa’ compriender,
mas he comenzao a crer
que si tanto padecemos
es porque al final tenemos
algo muy grande que hacer.
En nuestro más pobre rancho
ande la raza se cría
tal vez empolle algún día
güevos de águila el carancho.
La huella que abre Don Pancho
tiene albores de destino
y ese ha de ser el camino
que un entrerriano, siñuelo,
le señale, rumbo al cielo
a tuito el pueblo argentino.
El que a lonja nos tratara
igual tratamiento espere,
Pancho Ramírez lo quiere
y lo afirma mi tacuara.
Quien tenga sangre en la cara
sabrá qué cosas lo obligan,
es la ocasión pa’ que digan
lo que son y lo que pueden:
a los maulas que se queden
y los demás que me sigan.
No es pa’ cantar la milonga
que los convido a ésta fiesta
en las patriadas como ésta
el baile es de meta y ponga.
Si la bala no se tonga
quiebra el valiente sus bríos,
naides sienta escalofríos
cuando chiye la coruja,
frente al clarín que rempuja
gritemos: “¡Viva Entre Ríos!”.
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