En mi valle de Punilla
Jorge Cafrune
Ha llegado muy ufana,
la primavera florida,
alegrándonos la vida,
su esplendorosa mañana.
Se despierta la gramilla,
despereza su apatía,
bebiendo la poesía,
que aletea por doquier.
En un dulce amanecer,
en mi Valle de Punilla.
La escarcha blanca humillada,
celosa de sus colores,
su trono cede a las flores,
que despiertan asombradas.
El sol desnuda las lomas,
quitando su manto oscuro;
la primavera al conjuro,
de su derroche de verde,
le cambia el poncho y se pierde,
despertando a las palomas.
El arroyito plateado,
le dice a su amigo el berro,
que desde el fondo del cerro,
la primavera ha llegado.
La vida despierta al fin,
con sones diurnos de tera,
se acuesta cuando el lucero,
le pide su canto al grillo,
y la perfuma el tomillo,
que moja el río Cosquín.
El pan de azúcar se esfuma,
cuando lo envuelve la sombra,
y me digo que se asombra,
si ruge de celo el puma.
Parece de maravilla,
cuando retorna imponente,
cuando el día dulcemente,
nos dice que va a nacer,
en un bello amanecer,
en mi Valle de Punilla.
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