Este personaje formó parte de la mitología urbana tanto en Argentina como en Uruguay, sobre todo en décadas pasadas, aunque en muchas provincias el mito aún perdura. En otros países de habla hispana se lo conoce como el hombre del saco o el viejo del costal.
Se lo describe como un hombre de alrededor de unos 50 años, canoso y barbado, vestido con oscuras ropas de linyera, que lleva una bolsa de arpillera colgada en la espalda. Al igual que el cuco, cumple la función de atemorizar a los niños en caso de desobediencia, ya que en la bolsa colocaría a los pequeños de mala conducta.
El mito cobra mucha fuerza alrededor de 1930, cuando a partir de la crisis económica de aquellos años, era frecuente encontrar por las calles a mendigos que, al carecer de un hogar donde vivir, andaban por la ciudad llevando sus pertenencias en una bolsa
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