María Salomé Loredo Otaola de Subiza, la Madre María, nació en una aldea de Vizcaya, en medio de montañas, el 22 de octubre de 1855.
Fue una joven muy bonita, acostumbrada a las tareas rurales desde muy pequeña.
En 1869, Maria _Salomé llegó con sus padres a la Argentina, en el vapor Patagonia. La familia se instaló en el pueblo de Saladillo, provincia de Buenos Aires, para trabajar en el campo.
El vasco Loredo, con su boina negra y su laboriosidad, y su hija, María Salomé, se habían hecho famosos en el pueblo, el por su trabajo, ella por su belleza.
en 1874, se casó con el político y terrateniente José Antonio Demaría, quedando así emparentada con familias de alta estirpe de familias argentinas.
A los 23 años quedó viuda y sola, poco duró el matrimonio, dentro de ese tiempo, perdió un hijito de seis meses.
Quedó con una inmensa fortuna, hasta que se casó nuevamente con un rico comerciante llamado Aniceto Subiza. Era la época de la presidencia de Julio A. Roca. Once meses después de su boda, María enfermó gravemente.
Padecía un cáncer de mama y los médicos le pronosticaron poco tiempo de vida.
La leyenda comienza cuando conoce al sanador Pancho Sierra que le salva la vida.
Y se la cambia 180 grados.
Al año siguiente del encuentro con Sierra, muere Subiza.
Ella pasaba largas horas en oración y en sus salidas recorría los pobres conventillos de Buenos Aires llevando consigo alimentos y ayuda a los necesitados.
Ella no se limitaba a entrar y dejar su ayuda y retirarse. Se sentaba y escuchaba atentamente los relatos y sufrimientos de la gente.
Dejó de ser una mujer mundana para consagrarse a la ayuda de los pobres.
Perdió su fortuna en esta misión, y al igual que su maestro Pancho Sierra, ella también curaba y aliviaba los males del cuerpo y del alma.
Por esta causa fue perseguida por la justicia y por aquellos a quien esta dama molestaba por su entrega a los pobres.
HUMILDAD, PERD
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