La Machi

En todas las culturas sudamericanas, tuvieron enorme prestigio los personajes que conocían los secretos para curar las enfermedades, para predecir el futuro, para comunicarse con el más allá, trátese del bien o el mal, y también para ofrecer el sabio consejo, o la palabra justa en los momentos de aflicción. En las sociedades con mayor desarrollo cultural se llamó sacerdote o sacerdotisa, según el sexo. En los grupos primitivos, fue Payé, Chamán, Gualicho o Machi. Hay una diferencia sustancial entre éstos guías espirituales y los modernos sacerdotes (que solo atienden cuestiones del alma). La Iglesia Cristiana no permite ejercer el sacerdocio a las mujeres, éstas realizan funciones secundarias, en cambio, el chamanismo en muchos casos, es practicado por mujeres. Un claro ejemplo: La Machi.

Para los araucanos y mapuches, Huecuvú, es espíritu maligno que trae la enfermedad y la muerte. Ninguno puede enfrentarlo. Sólo la Machi (hechicera) conoce los secretos para contrarrestar los males que el genio del mal da a los hombres y mujeres de la Patagonia. Ella sabe su oficio, desde diagnosticar, curar, hasta tener visiones reveladoras. También controla el equilibrio entre lo material y espiritual. Muchas veces vence las fuerzas de la naturaleza apelando al sacrificio de animales y hasta humanos.

Para diagnosticar, la hechicera, pone en contacto el cuerpo de un cordero u otro animal con el del enfermo, para que el mal se transfiera. Luego carnea el infeliz animal para analizar sus vísceras, y su fallo es infalible. A partir del allí realiza la curación, que tiene dos formas: El Lahuentrún (cura mágica utilizando hierbas medicinales) o El Machitún (ceremonia mágica que puede ser diurna o nocturna).

Cuando el Machitún es diurno, participan muchos parientes y amigos. La Machi, canta y danza al compás del sagrado Cultrún (especie de caja) mientras dos niños elegidos dan vueltas con sus caballos alrededor de la ruca donde yace el enfermo. La médica en trance se refriega contra los sudorosos pechos de los equinos, luego corre, implora, como si viese otra dimensión. Cuando el Machitún es nocturno, la excitación y el misterio son más solemnes. Siempre al compás del Cultrún entra en éxtasis, donde recibe la revelación del mal causado por Huecuvú. Comienza a pronunciar extrañas palabras y sonidos que solo ella entiende. Luego la espera, si triunfa la salud, se agiganta el prestigio de La Machi, si la enfermedad no cede ¡No quiso Nguenechén! (Dios supremo de la Araucanía)

A veces utiliza alucinógenos, los que toma de plantas consideradas sagradas, ingiriendo de muchas formas: fumando, inhalando, bebiendo o masticando. En pleno trance recibe revelaciones sobre sonidos, formas y colores que luego simboliza en extraños dibujos pintados en cuevas sagradas, u ornamentos utilizados en los rituales. También conoce todas las leyendas que encienden la imaginación de los patagónicos, tanto como los mitos.

La tradición patagónica sigue manteniendo en la actualidad, la figura de La Machi entre las comunidades aborígenes. Pero la presencia de la

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