Lanudas y huecas, andan para asustar perjuros

Pablo Fortuny, en "Supersticiones Calchaquíes" relata de la Viuda que salía en Los Sauces, hasta que un gaucho valeroso se animó a toparla, sacó el puñal y se lo clavó en el pecho, pero se dio con que no era de "carne y hueso", sino algo fofo y blando, como de lana.

"El cuchillo -dice- a pesar de haberse hundido en la ropa, no se untó de sangre". La Viuda, después de la certera puñalada, se convirtió en un bulto que, dando saltos y brincos, se alejó velozmente.

De Corralito el mismo autor, cuenta el siguiente suceso: "una señora, gravemente enferma, hizo jurar a su esposo, que no se casaría con otra, si ella fallecía. El juró. La señora murió, pero el marido se "juntó" a poco de andar.

Un día, cuando volvia de San Carlos, apareció la Viuda, montó en ancas de su caballo y le puso las manos frías en el cuello, mientras le gritaba "¡falso! ¡traidor!". Al poco tiempo el hombre murió de frío en la puerta de la sala"

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