Cactus gigante, espinudo, que abunda en toda la región andina. Crece en los cascajales más desprovistos de agua, no obstante, los retoños tiernos son en sí un depósito abundante de agua fresca, a los que no hay más que cortar y pelar para con ellos aplacar la sed de hombres y animales.
A los cardones se los ve alzarse erguidos y altos en todas las laderas de los cerros, donde más parecen fantasmas que plantas.
Con razón cuenta él Padre Lozano el terrible miedo que le causaron los cardones al padre Juan de León creyendo que eran indios del valle Calchaquí.
Dice una carta que le enviara el compañero de dicho cura, el padre Eugenìo de Sancho, en la que decía (refiriéndose al padre León) no se cansaba de consolarlo y sacarlo del error
"Recreciendo de noche el trabajo y el sobresalto, porque siendo el padre Juan de León de genio medroso y por otra parte corto de vista, a cada paso se tragaba la muerte, porque es de saber que hay por aquél país unos árboles muy derechos,
llamados cardones esparcidos y divididos en trecho, los cuales le parecíán indios que venían siguiéndoles y avisaba al compañero que ya llegaban a matarlos.
Con el padre Eugenio, sobre la fatiga del camino y congoja de su fuga, se le añadía el trabajo de desengañarle con la verdad y alentarle".
El cardón es árbol de la sequedad; ¿Será para ayudar al hombre, que todo su interior es un depósito de agua? Hasta sus agudas espínas sirven de condensadores y vuelcan gotas nocturnas en torno que las raicillas superficiales absorben.
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