Dados piruruy

El juego del Piruruy estaba -y está- relacionado con las fiestas en honor de los difuntos, aunque en este sentido era también muy popular el Huayru o "gran Dado de hueso con cinco lados", según nos relata el padre Juan de VELASCO. Este juego que en el Ecuador ha sobrevivido -según Juan Martínez Borrero- en las áreas campesinas de la provincia del Azuay como Sígsig y Quingeo, tiene como propósito "hablar" con el muerto durante el velorio puesto que, a través del "lenguaje" del Dado el muerto da a conocer su voluntad, así como sus necesidades y reclamos.
De igual manera, una investigación realizada por A. D. JENSEN nos indica que hubo un tiempo en que entre los Canelos amazónicos el Huayru fue utilizado como parte fundamental del ritual funerario: tallado en el hueso de una llama, tenía cuatro caras irregulares; con él se jugaba -durante toda la noche, pues era considerado peligroso dormirse- las prendas y animales domésticos del difunto. Se podía ganar por acumulación de puntos o por una sola jugada -cuando el Dado quedaba en posición vertical-, pero si las malas jugadas se repetían, todos se cubrían las caras y un representante o brujo empezaba una ceremonia en la que transaba con el espíritu del difunto a fin de que éste se mostrara más benévolo con los jugadores.

Este ritual acaso tenía como propósito el aplacar la pena, la angustia y el terror que toda muerte provoca, según inferimos de Psiquis y muerte, de Edgar HERZOG; se creía entonces que la fortuna al tirar los Dados significaba la buena o mala relación que el jugador tenía con el difunto y que aquella era entonces una buena ocasión para zanjar diferencias y dejar que el espíritu se fuera en paz; como puntualiza BONIN en su Diccionario de Parapsicología: si se juega ante el catafalco de un muerto, se ejercerá una influencia simpatética sobre el alma que hace el viaje al "más allá".

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